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Cuidado con Messi

Olvidándonos de los colores, lo del argentino no es ni medio normal, es una bestia parda, es el mejor jugador de todos los tiempos, un animal que entiende el fútbol mejor que nadie y te rompe un partido en solo una jugada. Duerme con un balón, sueña con el balón, más que Oliver de Oliver y Benji.

Ayer viendo el Sevilla - Barça escuché un comentario que me hizo reflexionar, fue de Michael Robinson e iba en relación a cómo un solo jugador se cargaba el excelente trabajo táctico que Sampaoli estaba realizando en el Sevilla. “Con lo que no puede competir un equipo, aun perfectamente estructurado, es con las individualidades del otro”. Cuidado que hablamos de fútbol, un deporte colectivo. Como planteamiento el Sevilla lo hizo mejor, pero lo dicho, apareció el nuevo Dios del fútbol y desequilibró todo. Al final del partido, en una entrevista, le preguntaron a Luis Suarez: ¿de qué jugó Messi, de extremo, de segundo delantero, de media punta, de interior, de qué? Y el uruguayo, sin inmutarse y con su acento característico, respondió: “yyyyy de todo, es Messi, tiene libertad y donde esté marcará la diferencia”. Cierto. Muy cierto.

Pero claro, ahora hay que ponerse en la piel de Luis Enrique como jefe del vestuario para atreverse a decirle algo, a corregirlo, a llamarle la atención, a reservarlo. Complicado ¿verdad?, porque Messi gana partidos pero también los pierde si quiere. Llevando este análisis al terreno de juego de la empresa, debemos tener cuidado porque Messi solo hay uno, pero falsos Messi, muchos. Todos hemos tenido en el trabajo a aquel compañero con capacidades técnicas muy buenas, listo y competitivo, pero con escasa inteligencia emocional, ese que sabe demasiado e impacta con su eficacia y resolución, sin embargo lo hace a un coste muy alto, ya que genera mal ambiente porque quiere abarcar todas las posiciones y brilla por su falta de “asistencias”. En cambio si fichamos a un Mascherano, que por cierto, no ha marcado con el Barça aún tras siete temporadas; éste repartirá juego, se sacrificará por el grupo, cuidará el vestuario, recorrerá más kilómetros que el resto cumpliendo una función crítica y fomentará la unión del equipo. Como he mencionado anteriormente, Messi solo hay uno, y si se lesiona o es expulsado, el equipo no jugará igual, aunque mis amigos culés digan lo contrario. Es lo mismo que basar nuestra facturación en un solo cliente, el día que no esté, lloraremos, como nos recomienda esa frase popular que nos pide no poner todos los huevos en una misma cesta, o ¿eran manzanas?.

La gestión de los distintos perfiles en un equipo de trabajo es extremadamente complicada, si queremos ser buenos entrenadores debemos aprender a lidiar con todos los miembros del grupo y saber qué rol asignarles, además de identificar a quiénes transferir a mitad o final de temporada y definir de qué clase de jugadores queremos nutrirnos, un Messi y diez más, u once Mascheranos, por supuesto tomando en cuenta nuestro presupuesto. No todos somos el Madrid o el Barça, pero llegar a ser un buen Leicester, ¿por qué no?.

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