CARTA AL CIELO
Mi querido Ramón,
Bondadoso y leal, ejemplo de valentía y paciencia. No voy a decirte adiós, porque nunca te irás de mi corazón. Iluminabas días oscuros con la luz de tu optimismo. Tan solo dos fechas antes del triste sábado, me escribías: “... estoy muy contento, me han pasado muchas cosas buenas y estoy feliz...” Y, ante esto, aunque llore no te aflijas, no lloro de pena, lloro de la emoción al recordarte en muchos buenos momentos.
Escribiste la historia de nuestro Sector dibujándola en preciosas fotografías que perdurarán más allá incluso de nuestros recuerdos.
Solo queda despedirme con un rezo: “Descanse tu alma en paz, y que tu hija Ana y toda tu familia encuentren en tu paz, su necesitado sosiego”
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